jueves, 29 de abril de 2010

La canción de amor de Alfred J. Prufrock (traducción)

No, no, no. O bueno, sí, sí, sí. Empieza paradójica esta entrada. Explíquese, por favor.
Ok: para empezar, si esperaban más rants sobre mi situación romántica basándome en el poema del señor Eliot, la cosa no va por ahí. Digamos que la idea de "mi versión del poema" se acerca más.
Aquí, les presento a ustedes, mi par de lectores, una traducción que me costó sangre, sudor, y lágrimas, pero, sobre todo, porque me costó desmitificar al poeta, una figura que, como ustedes saben, fue (o quizá aún es) de mis mayores influencias (y quizá ni lo desmitifiqué tanto, pues no tomé riesgos ni cambié demasiado el texto, sino que intenté mantener la evasiva noción de fidelidad de una traducción):


La canción de amor de J. Alfred Prufrock
T.S. Eliot

Vámonos pues, tú y yo,
Cuando la tarde se extiende contra el cielo
Cual paciente eterizado en una mesa;
Vámonos, por ciertas calles semidesiertas,
Los refugios murmurantes
De noches sin sosiego en hoteles de paso baratos
Y restaurantes serrinosos con moluscos ya pasados;
Las calles que se siguen cual argumento tedioso
De propósito insidioso
Que te guían a una pregunta irrefrenable...
Ah, no preguntes "¿Qué querrías?"
Vámonos, y hagamos la visita.

En el salón, las mujeres vienen y van.
De Miguel Ángel, seguramente, hablarán.

La niebla amarilla que frota su lomo contra los cristales,
El humo amarillo que frota su hocico contra los cristales,
Le pasó la lengua a los rincones de la tarde,
Se demoró sobre los charcos que están en los desagües,
Dejó caer sobre su lomo el hollín de los hogares,
Se deslizó por la terraza, y de pronto saltó,
Y al ver que era una suave noche de octubre,
Se hizo un ovillo por la casa y se durmió.

Y sí, todo tendrá su tiempo,
El humo amarillo que se desliza por las calles
Frotando su lomo contra los cristales
Tendrá su tiempo, y habrá tiempo
Para preparar una cara para encontrarse con las caras que conozcas;
Tiempo de matar y tiempo de crear,
Tiempo para todos los trabajos y los días de las manos
Que elevan y dejan caer una pregunta sobre tu plato;
Tiempo para tí y tiempo para mí,
Y tendrán su tiempo un centenar de indecisiones,
Y un centenar de visiones y de revisiones,
Antes de tomar un pan tostado con el té.

En el salón, las mujeres vienen y van.
De Miguel Ángel, seguramente, hablarán.

Y, sí, también tendrá su tiempo
El preguntar "¿Si me atreviera?" y "¿Si me atreviera?";
Tiempo para volverme y bajar la escalera
Con una mancha calva en el centro de mi cabeza--
(Dirán: "¡Pero cuán rala está su cabellera!")
Mi cuello firme en la barba, mi levita de etiqueta,
Mi corbata fina y modesta, con un simple alfiler sujeta--
(Dirán: "¡Pero qué delgados están sus brazos y sus piernas!")
¿Y si me atreviera
A perturbar el universo?
En un minuto hay tiempo
Para decisiones y revisiones que revierte un momento.

Porque las he conocido, las he conocido a todas--
He conocido las tardes, las noches, las mañanas,
He medido mi vida con café y sus cucharadas,
Conozco a las voces agonizantes con cadencias lánguidas
Por debajo de la música de una sala más lejana.
¿Así que cómo osaría?

Y ya las he conocido a todas, he conocido las miradas--
Los ojos que te sujetan mediante frases ya formuladas,
Y cuando esa fórmula me desparrama sobre un alfiler,
Que me deja prendido, retorciéndome contra la pared,
Entonces, ¿cómo empezar
a escupir las colillas de mis hábitos y mis días?
Y, ¿cómo osaría?

Y ya he conocido esos brazos, los he conocido a todos--
Brazos con pulseras y desnudos y blancos
(Aunque a la luz de una lámpara, ¡cubiertos de vellos dorados!)
¿Acaso el perfume de un vestido
Me pone así a divagar?
Brazos que yacen sobre una mesa, o se envuelven en un chal.
¿Entonces osaría?
¿Cómo debo de empezar?

¿Debo decir, he andado al anochecer por callejuelas
Y he observado el humo que sale de las pipas
De hombres solitarios en mangas de camisa, que ven por sus ventanas?

Debí haber sido un par de ásperas tenazas
Escabulléndome por los pisos de silenciosos mares.

Y la tarde, la noche, duerme, ¡tan tranquila!
Por unos largos dedos alisada,
Dormida... o se finge enferma... o quizá está cansada,
Extendida en el suelo, aquí a nuestro lado.
¿Tendré, tras el té, el pastel y el helado,
la fuerza para tratar este asunto delicado?
Mas aunque he llorado y ayunado, llorado y rezado,
Aunque he visto mi cabeza (un poco calva) en bandeja de plata,
No soy profeta--ni ésta una cuestión filosófica complicada.
He visto a mis horas de grandeza parpadear con un débil destello,
Y al Lacayo de la oscuridad tomar mi saco, y reírse por lo bajo de ello,
Y, en pocas palabras, tuve miedo.

Y habría valido la pena, después de todo,
Tras las tazas, la mermelada y el té,
Entre la vajilla de porcelana, hablar de tú y yo un poco,
Habría valido la pena,
Terminar el asunto con una sonrisa,
Estrujar el universo, volverlo una bolita
Y rodarla hacia una pregunta irrefrenable,
Decir: "Soy Lázaro, levantado de entre los muertos,
He vuelto a contarles todo, y he de decirles todo."--
Que uno, arreglando una almohada junto a sus cabellos,
Dijera: "Eso no es lo que quería decir, en verdad,
Eso no lo es, en verdad."

Y habría valido la pena, después de todo,
¿Habría valido la pena,
Después de los ocasos, los traspatios, de las calles salpicadas,
Después de las novelas, de las tazas de té, de las faldas que por el piso se arrastran--
Y todo esto, y aún más?--
¡Es imposible decir, en verdad, lo que quiero!
Mas como si una lintera mágica mostrara en su pantalla los patrones de mis nervios,
Habría valido la pena,
Si uno, arreglando una almohada o deshaciéndose de un chal,
Y, volteando hacia la ventana, dijera:
"Eso no lo es, en verdad,
Eso no es lo que quería decir, en verdad."

¡No! En verdad no soy Hamlet, ni estaba destinado a serlo,
Yo soy sólo un asistente, alguien que servirá
Para una marcha real, el inicio de una escena o dos...
El príncipe, sin duda, una buena herramienta,
Feliz de tener un uso, y respetuoso,
Político, cauto, y meticuloso,
Lleno de opiniones, pero un poco obtuso,
A veces, claro está, un poco ridículo--
A veces, casi, el Bufón.

Me vuelvo viejo, me vuelvo viejo...
Subiré la bastilla de mis pantalones frente al espejo.

¿Debo cambiar de peinado? ¿Me atrevo a comer una pera?
Caminaré por la playa en mis pantalones blancos de franela.
He escuchado cantarse, una a la otra, a las sirenas.

No creo que cantaran para mí.

Las he visto cabalgar hacia el mar sobre las olas
Peinándoles sus canas que vuelan hacia atrás
Cuando el viento vuelve el agua blanca y negra al soplar.

En los aposentos del mar nos hemos demorado
Con doncellas del mar coronadas de algas de tonos encarnados,
Hasta que voces humanas nos despierten, y entonces nos ahogamos.


Y tras sangrar traduciendo, viene otro de los momentos estelares de hacer una traducción, o un ensayo: justificar la lectura, que, en poemas como éste... bueno, digamos que la palabra "conflictiva" suele quedarse corta como definición. ¿Es o no una canción de amor, el poema de T.S. Eliot? Gente que respeto y quiero, como Paradoxical Phoenix, y gente que no respeto nada y me gustaría golpear who doesn't matter if they remain nameless or not because I don't even know if they have a blog, dicen que no (Paradoxical Phoenix lo explica bien; los demás sólo repiten ideas): que el título es irónico y que en verdad el poema es sobre la gran pregunta de la humanidad, el significado de la vida. OK, digamos que yo no estoy en desacuerdo con eso, mas, con mi punto de vista, sí es una canción de amor... Y sí, al ser fan del poema me pongo medio fundamentalista al defender mis opiniones y me cae que la universidad me está enseñando a bajarle de intensidad. Pero bueno...
¿Por qué sí es una canción de amor, entonces? Porque yo sí creo que el addressee es una mujer a quien Prufrock ama, y que son precisamente sus indecisiones y su miedo lo que lo lleva a pensar en el porqué de la vida, en su destino, en la vejez, y en toda esa "great-matter". Así, las grandes preguntas se desarrollan paralelas a su historia frustrada de amor, y se originan por la duda amorosa; así como una pregunta que hable de un amor profundo puede romper con todo un universo ordenado, pero superficial, como es el universo donde hay fiestas de té y pláticas vacías sobre arte (no, no estoy pensando en gente de mi fac, ¡no! --denial--), una pregunta sobre cuestiones filosóficas complicadas (mi traducción dixit) como las grandes dudas de la humanidad puede romper con nuestro universo ordenado. Sin embargo, el miedo deja a un lado la posibilidad de conseguir las respuestas, la posibilidad de esa ruptura, y, al final, no hay respuesta, no hay amor, no hay transgresión que crea al héroe, no hay esa oportunidad de ser el único que escuche el canto de las sirenas, porque las sirenas ni siquiera cantarán para él. Tan sólo queda la imposibilidad del lenguaje que siempre ha estado presente: las palabras que no quieren decir nada...
Las palabras en las que yo me apoyé, hace algunos años, cuando sentía las misma indecisíón que Prufrock, cuando pensaba en atreverme y no atreverme... y al final, al rodar el universo hacia la pregunta irrefrenable, como a Julio Torri, como iba dispuesta a perderme, las sirenas no cantaron para mí...

2 comentarios:

Yamil dijo...

Me gusta mucho tu traducción. Conserva el ludismo, las rimas exageradas, el sentido de las frases. Ahora... sobre si es en verdad una canción de amor... la verdad, ni lo veo ni lo creo. Pero tal vez no lo he pensado tanto como tú. Desde luego, la mirada cómica a la persona que se pregunta sobre actuar en la vida en vez de hacerlo es un bottomline al poema completo. Y tu traducción lo refleja muy bien. Felicidades.

Narvalkiria dijo...

And indeed there will be time
To bow before your daring pen and mind